Montebaires, como se sabe, es esa extraña ciudad ubicada el sur de América, unida por uno de los ríos más grandes del mundo, tal como lo conmemora la Plaza Navona de Roma: el Río de la Plata. A diferencia de otras ciudades, el tejido urbano no está a los costados del río sino en sus extremos. El barrio más chico se llama Montevideo y el más grande Buenos Aires, mientras el río une ambos barrios con un intrminable trajín de viajeros, turistas, mercaderes varios, curiosos, intelectuales y parientes diversos que tienen a su gente dispersa en ambos extremos del río. Mucho se ha discutido sobre unir ambos barrios con un puente, artilugio finalmente desechado. Sin embargo hay varias escolleras que, con un poco de imaginación, hacen las veces de punete virtual que, en los hechos, cumplen otros aparatos más eficaces aunque menos hermosos: aviones, buses, catamaranes, barcos de todo calado, etc. Aquí documentamos una de esas escolleras, que partiendo de Buenos Aires bien podría llegar hasta Montevideo, con su cálida estructura de madera y con garitas para protegerse del viento cada 200 metros. Imaginemos por un momento entonces, que este puente efectivamente es el eje de Montebaires y que cruzamos a ver a los primos con una sana y larga caminata de unas pocas horas en medio del oleaje, los barcos, los aviones lejanos y las inclemencias cambiantes del río que a veces es verde, marrón, negro, azul.
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